Elecciones presidenciales en Paraguay: ganó Santiago Peña del partido colorado

Hijo de una argentina, fue funcionario del FMI y asumirá como presidente en Paraguay
La historia de Santiago Peña, un producto genuino del poder de cooptación del Partido Colorado
La conservadora estirpe del Partido Colorado quizás tenga en Peña la savia nueva que lo modernice en su apariencia y le escape a las denuncias de corrupción que pesan sobre su hombre fuerte. ¿Peña romperá con su jefe político o seguirá disciplinándose a Cartes? Ese será el dilema de los próximos meses.

Paraguay no se sumó a la segunda ola de gobiernos progresistas en la región que, con matices, era la tendencia más visible desde los triunfos de Gustavo Petro y Lula en Colombia y Brasil. A lo sumo, el de Santiago Peña, intentará darle una pátina de modernización y buenos modales a una fuerza histórica y de fuertes raíces conservadoras en este país: el Partido Colorado. El nuevo presidente es un economista y exministro de Hacienda. De ideas liberales pero reconvertido en afiliado a la principal fuerza política paraguaya desde 2016.Había militado 21 años en el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) – casi la mitad de su vida, tiene 44 – y cuando integraba el gabinete del ex mandatario Horacio Cartes (2013-2018) decidió cambiar de vereda y se sumó al oficialismo. Ahora, con él al frente, el coloradismo, una formidable máquina electoral, clientelística y omnipresente como ninguna en el continente, continuará con su histórica hegemonía que ya cruzó ocho décadas, desde 1954 con el dictador Alfredo Stroessner hasta nuestros días.

Peña se formó en universidades de Estados Unidos y hasta fue funcionario del FMI. Trabajó en Washington y es hijo de una argentina. También tiene dos hermanos de la misma nacionalidad. Sí llegó este domingo al máximo cargo al que un hombre o mujer pueden aspirar, se lo debe a su padrino político, el controvertido Cartes. El multimillonario empresario al que la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro de Estados Unidos señaló en un documento del 26 de enero pasado por haber incurrido “en actos de corrupción antes, durante y después de su mandato como presidente de Paraguay”.

Aún con semejante lastre sobre sus espaldas, este joven presidente nacido el 16 de noviembre de 1978 en plena dictadura, es un producto genuino del poder de cooptación del Partido Colorado. Su vida estudiantil lo sorprendió con un hijo cuando apenas tenía 17 años. Todavía no había terminado la escuela Secundaria. Le restaba todavía mucho por hacer.

Su candidatura se dirimió en la cada vez más confrontadora y ácida interna de los colorados. Después de haber sido derrotado con holgura en 2017 por Mario Abdo Benítez, el actual presidente, tuvo una segunda chance ante el ex obispo evangélico Arnoldo Wiens. Le ganó y en un recorrido hiperveloz hoy llegó a presidente electo. El 15 de agosto asumirá la jefatura de Estado de un país que eligió la continuidad antes que la ruptura con el orden establecido. La conservadora estirpe del Partido Colorado quizás tenga en Peña la savia nueva que lo modernice en su apariencia y le escape a las denuncias de corrupción que pesan sobre su hombre fuerte. ¿Peña romperá con su jefe político o seguirá disciplinándose a Cartes? Ése será el dilema de los próximos meses.

Paraguay eligió la continuidad y la ratificó con amplitud en el apoyo a su nuevo presidente, el economista Santiago Peña, que sacó el 42,74% de los votos. Fue un respaldo previsible, decantado por la fragmentación opositora que sumó entre los dos candidatos que le siguieron, Efraín Alegre de la Concertación (27,49%) y Paraguayo Payo Cubas (22,92%), porcentajes superiores a los que obtuvo el joven que encabezó la fórmula del conservador Partido Colorado. El tercero en la votación fue una de las sorpresas de la elección nacional, con sus diatribas a la clase dirigente y una dialéctica incendiaria. Si los comicios admiten una lectura adicional, que excede a las fronteras del país vecino, el expresidente Horacio Cartes también salió victorioso. Alcanzado por denuncias de corrupción del gobierno de Estados Unidos, se lo vio junto al nuevo mandatario electo apenas se conoció la tendencia irreversible que le dio el triunfo al oficialismo.

Cartes, el padrino
“Quiero agradecerles a los miles de paraguayos y paraguayas que en estas largas jornadas nos entregaron sus sueños, que confiaron en este proyecto conciliador y patriótico que depositó en nuestras manos sus esperanzas para que mañana podamos estar mejor. Y vamos a estar mejor” arrancó su breve discurso el presidente electo en la sede del Partido en el gobierno. A su lado estaba Cartes, con una sonrisa contenida que no disimulaba. Peña siguió apelando a la letra de una canción que nace de la identidad colorada: “La democracia es mi bandera pero con pan, porque es mentira en la miseria la libertad”, dijo.

En un gesto que acaso demuestre cómo gobernará y con qué referente político se seguirá identificando, el joven presidente le dedicó unas palabras elogiosas a su mentor. “Mi querido Horacio Manuel Cartes Jara, admiro la inmensidad de su calificada obstinación por la suerte del Partido Colorado”, arrancó textual. Y le agradeció porque “refundó” la fuerza política a la que pertenecen ambos. “Gracias por esta victoria”, celebró, “gracias por esta victoria paraguaya”, terminó y acto seguido los dos se fundieron en un abrazo.

La alegría que exudaban las autoridades del partido ganador contrastó con la demorada aparición de Efraín Alegre ante la prensa. “El mensaje es muy claro, la ciudadanía nos señala que unidos somos mayoría, es una tarea pendiente que le queda a la Concertación Nacional: luchar. Hay una gran esperanza de cambio en el país y nos reclaman un proyecto que logre unirlo”, declaró acompañado por su compañera de fórmula, Soledad Núñez.

Con un rápido conteo de votos escrutado pasadas las 21 – llegaba al 99,62 por ciento -, la ventaja indescontable de Peña sobre Alegre llegaba a poco más de quince puntos porcentuales. El primero obtenía 1.287.208 sufragios contra 827.982 de su principal rival. El inclasificable Payo Cubas, con su fuerte discurso anticorrupción y de mano dura, pero a su vez partidario de cierta reforma agraria y de las plantaciones de cannabis – “Marihuana de primera” fue uno de sus slogans – acumuló un caudal de votos tan inesperado como arrasador en los últimos días de campaña. Se percibía en la calle que su candidatura crecía y creció nomás. Sumó 690.424 votos, que significaron el 22,92 % que lo colocó apenas 4,5 puntos por debajo de Alegre.

Chilavert, presencia testimonial
Los demás candidatos a presidente quedaron lejísimos de los tres mejor posicionados, la mayoría con porcentajes por debajo del uno por ciento. Salvo el excanciller colorado Euclides Acevedo que recogió un magro 1,36 por ciento, los otros tuvieron una presencia testimonial. El caso más emblemático de esta oferta electoral fue el de José Luis Chilavert. El ex arquero de Vélez, San Lorenzo y la Selección paraguaya, apenas alcanzó 24.184 votos, o sea, un 0,80 del padrón. Los votos en blanco tampoco sumaron guarismos considerables. Fueron 68.018, aunque por encima de todos estas candidaturas presidenciales que en la Argentina no hubieran superado las PASO.

El Congreso más colorado
El parlamento que renovaba 45 bancas de senadores y 80 de diputados, ahora verá cómo se extiende una marea colorada que creció si se la compara con la composición del Congreso hasta hoy. También serán gobernadores del oficialismo los que queden al frente de los dos principales distritos del país: Central (que rodea a esta capital, una suma de conglomerados urbanos semejantes al Gran Buenos Aires por su peso electoral) y Alto Paraná, cuya capital es Ciudad del Este, ubicada en la Triple Frontera.

A las 17.45 (18.45 de la Argentina), una hora y 45 minutos de terminada la elección, el Partido Colorado anunció su victoria irreversible. Tan temprano, sin misterios ni tensiones por el rápido recuento, sus autoridades solo admitieron que restaba conocerse un ingrediente del previsible desenlace. Por cuánto ganaría Santi Peña, el flamante jefe de Estado, pero no necesariamente el que detente el poder. El discurso lisonjero que le dedicó a su padrino político Cartes es un dato insoslayable que dejó el cómodo triunfo del Partido Colorado. Ratificó una vez más su llegada por distintas vías al 63,22 por ciento del electorado que inauguró las urnas electrónicas. Un porcentaje bastante alto de asistencia, aunque no batió el récord de 1998 cuando otro presidente colorado, Raúl Cubas Grau, se impuso en las elecciones de hace 25 años.

gveiga@pagina12.com.ar

Por Gustavo Veiga, pagina12.com.ar

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